Ciudad de México. “Mi idea era hacer una pieza para ‘trolear’ (provocar) a Elon Musk”, dice el artista Chavis Mármol sobre su peculiar obra: un auto Tesla de 40.000 dólares aplastado por una enorme cabeza de inspiración olmeca que se exhibe en Ciudad de México.

Escultor de 42 años, Mármol nunca ha tenido carro y se traslada en bicicleta, pero se dio el lujo de descargar con grúas la efigie de nueve toneladas sobre un Tesla 3 color azul, uno de los modelos eléctricos fabricados por la empresa del multimillonario estadounidense.

Dirigiéndose a Musk en tono burlón, el mexicano resume parte del sentido de su propuesta: “Mira lo que le hago a tu pinche (pobre) carro con esta cabeza maravillosa, esto es más grande que tú y las tecnologías rampantes”, señala en entrevista telefónica con la AFP desde España, donde participa en una exposición.

Se refiere a la escultura tallada por él e inspirada en las colosales cabezas de los olmeca, considerada la primera civilización de Mesoamérica con 3.000 años de antigüedad y cuyos vestigios se localizan en el sureste de México.

En un estrecho terreno protegido por una reja, propiedad de un hotel del barrio bohemio La Roma, yace el sedán 2019 bajo la mole de piedra. Justo hace un año Musk anunció la construcción de una planta de carros eléctricos en México, cerca de Monterrey (norte).

Sueño artístico

La instalación, descrita por algunos medios como “surrealista” o digna de una intervención “extraterrestre”, fue auspiciada por Colima 71, que fusiona sus servicios hoteleros con el arte, y un mecenas cuyo nombre se mantiene en reserva.

Un video del hotel muestra el momento en que la cabeza es descargada y poco a poco el techo del auto se hunde. Las baterías fueron retiradas para evitar accidentes.

Instalada el pasado 5 de marzo, la pieza forma parte de un proyecto denominado Neotamemes, en referencia a unos contenedores usados por las culturas mesoamericanas para transportar personas o cosas conocidos como tamemes.

El propio Mármol adaptó uno con la forma de una cabeza olmeca y materiales livianos para trabajar fugazmente como repartidor de domicilios en bicicleta, “con estilo”, durante la pandemia.

No solo asombró a transeúntes, sino que llamó la atención de Ana Margarita Ongay, directora del área artística del hotel, quien lo vio en redes sociales y visitó su estudio.

“Me enamoré de la obra y él de manera muy casual me dijo: ‘mi sueño siempre fue aventar una cabeza olmeca sobre un Tesla’. Y en ese momento le dije: ‘pues vamos a hacerlo'”, recuerda.

El primer reto fue conseguir el auto, que cuesta unos 40.000 dólares en el mercado de usados mexicano. “No podíamos comprar uno nuevo, pero se sumó un donador”, cuenta Ongay a la AFP.

Aunque nunca ha podido adquirir un carro y destrozó el Tesla, Mármol sueña con una camioneta para trasladar sus obras.

Tampoco oculta su admiración por la máquina de Musk, quien además lidera un ambicioso proyecto de implantes cerebrales. “Me subí y jalaba (funcionaba) cabrón (magnífico)”, dice al reconocer que a un mexicano promedio le tomaría décadas pagar semejante vehículo.

“¿Qué genera Musk?”

El siguiente desafío fue encontrar la piedra. De 12 toneladas, quedó en nueve luego de que el artista talló el cráneo, los enormes ojos y los gruesos labios.

La instalación -comenta Ongay- fue “sigilosa”. “Queríamos preservar la magia y el misterio de cómo llegó, para dejar que la propia obra generara el impacto y desatara conversaciones. ¿Qué siento cuando veo eso? ¿Qué significa Tesla para mí? ¿Qué significa que esté instalando una planta en Monterrey? ¿Qué genera Musk entre nosotros?”, detalla.

El escultor dice que no le importó ver cómo 40.000 dólares eran destruidos porque “no era mi lana (dinero)”. “Es lo maravilloso del arte, te permite estas barbaridades”.

Algunas tendencias artísticas actuales son blanco de cuestionamientos por parte de reconocidos críticos como la mexicana Avelina Lésper, quien en 2022 lanzó su libro “El fraude del arte contemporáneo”.

En su texto, la experta desestima que “vulgares objetos” sean presentados como obras y lamenta el “esnobismo” de algunos creadores.

“Si una obra de arte te mueve para sentir o pensar, creo que cumple su objetivo y no hay mucho que preguntarse del precio o del gasto”, defiende sin embargo Ongay ante potenciales críticas a la propuesta de Mármol.

En el aire está incluso la posibilidad de que la provocadora imagen llegue hasta Musk. “Sería increíble que viera su auto, los alcances que tiene”, añade sonriendo.

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