Ciudad de México. Tepito, en el centro de la Ciudad de México, tiene todo para justificar su fama y una identidad inquebrantable. Aquí se desarrollaron artesanos y comerciantes de toda especie, sonideros y bailadores saltarines, pero si una expresión simboliza el espíritu aguerrido de su gente es el boxeo. Cualquier visitante que quiera llegar desde las entrañas multitudinarias del Metro, bastará que identifique la estación cuyo ícono es un guante de pugilista. Al salir, no dará al aire libre del exterior, sino a una maraña de puestos y mercancías inagotables. Un viejo lema local decía que en Tepito se vende todo, menos la dignidad.

Oculto por un pasillo laberíntico de estructuras tubulares que sirven para levantar los puestos de comercio, hay un portón que destaca por su pulcritud. En la calle Jesús Carranza 33, antes una de las rutas de acceso de la temida Fortaleza de Tepito, cuya fama provino por servir de refugio para el crimen, ahora es un plantel de bachillerato tecnológico especializado en boxeo y que fue inaugurado ayer por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Este plantel está dedicado al boxeo, de qué otro modo si está en el barrio que fue cuna de campeones. Pero forma parte del proyecto de educación media superior que promueve además la especialización en pugilismo, beisbol y atletismo, tres disciplinas arraigadas a la mejor tradición deportiva mexicana. Los egresados de estos colegios están certificados para continuar en estas disciplinas a nivel competitivo o como entrenadores. Pero si alguno desea seguir el camino académico, puede hacerlo y tendrá garantía de contar con apoyos económicos, les advirtió el Presidente.

Si no dan el ancho, si no aguantan las exigencias del deporte, pueden continuar estudiando. No se quedarán frustrados y van a poder salir adelante, dijo López Obrador para regocijo de los estudiantes.

El deporte es fundamental como medicina preventiva en su sentido más amplio: evita que nos enfermemos y aleja la tentación del camino de lo antisocial, agregó.

Y más allá de los tiempos políticos, les aseguró que los apoyos sociales para éste y otros proyectos están garantizados. La inversión directa en las personas no tiene parangón en la historia de este país, recordó López Obrador.

Nunca en la historia se había destinado tanto presupuesto, que es dinero del pueblo, al bienestar de la gente, dijo el mandatario; en el tiempo que llevamos como gobierno se han destinado dos billones 700 mil millones de pesos de manera directa a la gente.

López Obrador buscó conectar con los jóvenes. Les habló de su pasado como estudiante y de su llegada a la Ciudad de México en 1972. Muy cerca de ahí, en la colonia Guerrero, el mandatario estuvo alojado en la casa del estudiante tabasqueño donde recibió también alimentación. Eso, les dijo, le permitió continuar con sus estudios universitarios.

Me identifico mucho con ustedes y con toda la gente que vive en el barrio porque vengo del pueblo, les compartió.

Cuando se marchó el Presidente, después de tomarse algunas selfis con los estudiantes, los aspirantes a boxeadores se apresuraron para ir al comedor. Ahí reciben alimentos y todos, profesores y alumnos, se encargan de lavar los platos y vasos que utilizan. Hay una comunión entre los que participan en ese proyecto.

La historia de Anaid y César

Anaid China Ramírez tiene 15 años y es residente en este colegio. Vive de lunes a sábado dedicada por las mañanas al estudio y por las tardes a largas jornadas de entrenamiento. Se enteró por la gente del gimnasio donde practicaba boxeo en Tlaxcala, su lugar de origen.

Alguien me dijo que existía esta oportunidad y tuve que convencer a mis papás, porque tenía que venir a vivir a este plantel y no estaban muy de acuerdo. Pero cuando me dieron permiso pude concentrarme en las dos cosas que más me gustan: estudiar y el boxeo, esta es una actividad que amo y en la que me veo como seleccionada olímpica en el futuro. No me interesa tanto lo profesional como representar a mi país, comenta Anaid.

En la parte escolar hacemos investigaciones pero sobre boxeo. Puede ser desde el aspecto social, sobre temas prácticos, por ejemplo, cómo la tecnología ha mejorado la calidad de los guantes y el rendimiento de los boxeadores, expone la joven con la solvencia de una docente.

César Yael Rodríguez nació en Tepito hace 15 años. Hay tres generaciones de gente del barrio en su biografía. Todos dedicados al comercio y apasionados del boxeo.

En Tepito el boxeo es tan importante como el comercio. Acá uno aprende que lo que nos hace barrio es el coraje para salir adelante. En eso se parece al boxeo, uno debe sacrificarse para no caer, cuenta este joven cuya seguridad parece la de un hombre mayor.

Yo, por ejemplo, le debo todo al barrio. Mi familia, nuestro trabajo, porque todos nos dedicamos al comercio, y ahora yo al boxeo, que es lo que nos identifica en estas calles. Dicen acá que Dios nos dio la vida y Tepito la comida. Y es cierto, dice el joven espigado al que apodan Tyson.

Si Tepito fue cuna de campeones como Kid Azteca, José Huitlacoche Medel, Raúl Ratón Macías, Carlos Zárate o Famoso Gómez, ¿por qué ya no tiene monarcas en la actualidad? Tyson tiene su respuesta:

Lamentablemente ya no hay campeones en el barrio porque hay mucha tentación, y no me refiero a cosas buenas, y el boxeo exige mucho. Hay quien descubre que se hace dinero muy fácil y prefiere irse por ahí. Sé de historias muy feas de gente conocida. Por eso tengo fe en lo que pasará en esta escuela. A mí ya me cambió la vida y tengo esperanza de que así será la de otros. Porque al final de cuentas esto es lo nuestro, esto es lo que somos.

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