Sao Paulo. La aerolínea Azul, la mayor de Brasil por número de vuelos y destinos, se declaró en quiebra, convirtiéndose en la última gran aerolínea brasileña en solicitar protección a sus acreedores, tras más de un año de dificultades para hacer frente al aumento de los gastos y al persistente impacto de la pandemia en el sector de la aviación.

La compañía inició un proceso de reestructuración voluntaria en Estados Unidos, al amparo del Capítulo 11, de la ley de quiebra, que incluye unos mil 600 millones de dólares en financiación durante el proceso, informó Azul en una declaración presentada este miércoles. Sus acciones cayeron alrededor de 40 por ciento en las operaciones previas a la apertura del mercado, lo que supone un descenso de 70 por ciento de sus títulos en lo que va de año.

La aerolínea dijo que se acogerá al beneficio de la ley de quiebras estadunidense para reorganizar sus finanzas, en el marco de un acuerdo con sus acreedores y socios.

Azul aseguró que continuará volando sin interrupciones y manteniendo todos sus compromisos con pasajeros y empleados durante el proceso.

El capítulo 11 de la ley estadunidense sobre bancarrotas permite a las empresas seguir operando normalmente mientras reorganizan su estructura financiera bajo supervisión judicial.

La reestructuración cuenta con el respaldo de sus principales socios financieros, e incluye un financiamiento de mil 600 millones de dólares durante el proceso y la eliminación de 2 mil millones de dólares en deudas, afirmó Azul en un comunicado.

Además, la compañía prevé hasta 950 millones de dólares adicionales en nuevos aportes de capital, una vez concluida la reorganización.

Azul dijo que había llegado a acuerdos con las principales partes interesadas financieras, incluidos los tenedores de bonos existentes, el arrendador de aeronaves AerCap y los socios estratégicos United Airlines y American Airlines para apoyar la reestructuración.

Azul afirma ser la mayor aerolínea de Brasil en número de salidas y ciudades atendidas, con mil vuelos diarios a más de 160 destinos.

El director ejecutivo de la compañía, John Rodgerson, explicó en el comunicado que los problemas financieros se originaron por varios factores externos.

La pandemia de covid-19 afectó severamente al sector aéreo mundial, mientras que las turbulencias económicas globales y los problemas en la cadena de suministros de la aviación agravaron la situación.

La solicitud, que podría dar al traste con una posible fusión con su homóloga Gol, que habría creado una aerolínea dominante en la primera economía de América Latina.

El procedimiento convierte a la compañía en la última de una serie de aerolíneas latinoamericanas en declararse en quiebra tras la depresión que sufrió el sector en los primeros meses de la pandemia del covid-19.

El movimiento de Azul también sigue los pasos de Aeroméxico, la colombiana Avianca y sus dos mayores rivales, Gol y LATAM Airlines, todas las cuales sucumbieron a procedimientos de quiebra.

Durante la sesión las acciones de la compañía en la bolsa brasileña cayeron alrededor de 6 por ciento, y al cierre del mercado, aminoraron las pérdidas, al cerrar con un retroceso de 3.74 por ciento.

Participación en el capital

El año pasado, Azul llegó a un acuerdo con los arrendadores para eliminar 550 millones de dólares de deuda a cambio de una participación en el capital de alrededor de 20 por ciento, así como otro con los tenedores de bonos para recaudar 500 millones de dólares adicionales.

Pero factores como los elevados costos, los problemas en la cadena de suministro que retrasan las entregas de aviones y los planes de mantenimiento, y la debilidad del real brasileño, han mantenido a la empresa bajo presión.

“Lo que solía pagar en intereses en 2019 ha subido 10 veces con una moneda 50 por ciento más débil”, dijo Rodgerson.

La deuda neta de Azul se disparó 50 por ciento anual a finales del primer trimestre, hasta 31 mil 350 millones de reales (5 mil 600 millones de dólares), y su nivel de apalancamiento alcanzó el 5.2, frente a 3.7 del año anterior.

El último golpe se produjo el mes pasado, cuando una ampliación de capital no cumplió las expectativas, presionando aún más las acciones de Azul, que se han desplomado casi 70 por ciento en lo que va de año.

Agencias como Fitch y S&P rebajaron recientemente la calificación crediticia de Azul, citando esta última un elevado riesgo de impago.

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