¿Qué es la procrastinación y como superarla?

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La procrastinación es esa tendencia a aplazar tareas y elegir actividades más placenteras en su lugar, es un hábito que puede alejarnos de nuestros objetivos y afectar nuestra productividad. Sin embargo, esta conducta aprendida también puede ser desaprendida con la implementación de estrategias efectivas.

El principal disparador de la procrastinación son los sentimientos negativos, como el estrés, la indecisión, la sensación de estar sobrepasado o incluso el aburrimiento. Estos sentimientos nos llevan a evitar tareas desagradables y a postergarlas para otro momento.

La psicológa Lorena de Diego recomienda seis estrategias para acabar con la procrastinación. 

Para evitar caer en la procrastinación, es fundamental controlar estos sentimientos negativos y trabajar en su gestión. Si bien no podemos eliminar por completo estos sentimientos, sí podemos identificar situaciones que los desencadenan y tomar medidas para controlarlos, según la empresa de psicología en línea Táctica Práctica. 

Un aspecto crucial es definir objetivos realistas y bien definidos. Los objetivos generales o vagos no resultan motivadores y pueden generar malestar al percibirlos como inalcanzables. Es importante conocer el motivo detrás de nuestros esfuerzos para mantenernos motivados y comprometidos con nuestras metas.

La motivación es una fuerza poderosa que nos impulsa a esforzarnos para lograr lo que deseamos, y se opone a la procrastinación, que nos lleva a posponer recompensas a largo plazo por gratificaciones inmediatas. Para definir objetivos efectivos, es esencial que sean específicos, personales y significativos para nosotros.

La toma de decisiones también puede ser un desencadenante de la procrastinación, especialmente al cambiar de tarea. Iniciar una nueva actividad puede generar resistencia, por lo que planificar las tareas diarias con antelación nos ayudará a saber cuál es la siguiente tarea y a reducir la tentación de posponer.

Enfrentarnos a tareas complejas puede generar dudas y sentimientos de incapacidad, lo que aumenta la probabilidad de procrastinación. La mejor estrategia es dividir el trabajo en tareas más pequeñas y manejables, lo que nos brindará una sensación de logro al completar cada parte y aumentará nuestra motivación.

Para mejorar la concentración y evitar la procrastinación, es esencial eliminar o reducir al mínimo las fuentes de distracción. En la era de la tecnología, el teléfono móvil y el acceso a internet pueden ser tentaciones constantes. Silenciar el móvil y desactivar la conexión a internet cuando no sea necesaria son tácticas eficaces para mantener el enfoque.

Las personas de nuestro entorno también pueden generar interrupciones, por lo que establecer límites y comunicar nuestros momentos de concentración puede ayudar a evitar distracciones.

La multitarea también afecta nuestra productividad y propicia la procrastinación. Centrarnos en una tarea a la vez nos permitirá ser más eficientes y enfocados.

Además, establecer recompensas para el trabajo bien hecho nos animará a ser más productivos y evitará que utilicemos actividades placenteras como excusa para no cumplir con nuestras responsabilidades.

Personalizar nuestras estrategias según nuestras propias tendencias procrastinadoras es crucial para mejorar nuestra efectividad. Conocer nuestras actividades evasivas y nuestros disparadores específicos nos ayudará a implementar tácticas más efectivas para combatir la procrastinación.

Eliminar la procrastinación requiere autoconocimiento, definición de objetivos claros, gestión de sentimientos negativos, planificación y reducción de distracciones, y establecimiento de recompensas para mantenernos enfocados y motivados en el camino hacia el cumplimiento de nuestras metas.

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