Ansiedad en niños y adolescentes

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Hablar de ansiedad quizá sea un tema de poca novedad para muchas personas; sin embargo, este trastorno requiere de atención y gran sensibilidad para ser detectando de manera oportuna. Sobre todo en aquellos casos que en los últimos años han tenido un aumento significativo, afectando a grupos vulnerables como son niños y adolescentes.

¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada (TAG)?

Es un trastorno mental en el que a menudo el niño o adolescente está preocupado o ansioso constantemente por muchas cosas y no puede controlar la preocupación.

Su principal síntoma es la tensión o preocupación frecuente por al menos 6 meses, sin una causa aparente. Y aun siendo conscientes que sus miedos o preocupaciones son excesivos, presentan grandes dificultades para controlarlos, necesitando de apoyo, consuelo y compañía.

Generalmente las preocupaciones que presentan parecen transitar de una situación a otra, encontrando entre ellas las siguientes:

– Tendencia a cuidar y proteger a su familia.
– Sufrir alguna enfermedad o que alguien de su familia se enferme.
– La pérdida por muerte o separación de los padres.
– Tener un buen rendimiento académico y/o deportivo.
– Su seguridad y estabilidad tanto física como emocional.
– Miedo al contexto escolar.
– Temor a relacionarse en nuevos grupos sociales.
– Miedo a desastres naturales.
– Entre otros.

Los niños y adolescentes que padecen este trastorno pueden creer que deben desempeñarse de manera perfecta y al no poder controlar esta situación tienden a experimentar diferentes sensaciones y conductas que afectan su estabilidad emocional.

Estas situaciones que a continuación mencionaré son solo algunas de muchas que pueden presentar tanto niños como adolescentes en su vida cotidiana; sin embrago, su frecuencia y permanencia son las que deben ser consideradas como foco de atención para un acompañamiento oportuno.

– Irritabilidad
– Dificultades para dormir o mantener el sueño por tiempo prolongado.
– Despertar de manera inesperada.
– Fatiga
– Agresividad
– Cambios constantes en el estado de ánimo
– Problemas estomacales
– Reto a la autoridad
– Ataques de ira
– Pensamiento negativo y catastrófico, sin razón aparente
– Dificultades de concentración y atención
– Dolores de cabeza
– Falta de motivación e interés por lo que antes se realizaba
– Tensión muscular
– Dificultades para respirar
– Bajo rendimiento escolar

Todo lo anterior puede afectar de manera directa o indirecta la vida y estabilidad de un niño o adolescente, impidiendo ser funcional ante la sociedad y limitando las expectativas que se tienen para su edad.

Encontrar la causa a esto muchas veces puede generar mayor tensión, ya se han detectado casos que el contexto, los problemas familiares, los cambios repentinos de la dinámica familiar, social o escolar, se convierten en un detonante para ello, pero también existen casos particulares donde condiciones personales, intereses, aptitudes, potenciales o barreras que enfrentan los mismos niños o adolescentes, hacen que viva estas situaciones también.

Los más importante entonces es, aunado a un proceso terapéutico y el apoyo permanente de la familia, generar conciencia como sociedad para favorecer la inclusión empática, sensibilidad y respeto ante todos aquellos que viven esta condición.

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