Un impactante terremoto de magnitud 6.8 sacudió Marruecos, desencadenando una tragedia que ha conmocionado a la nación. Según las últimas cifras oficiales, la catástrofe ha cobrado la vida de más de 2,000 personas y dejado a otras 2,059 heridas, de las cuales 1,404 se encuentran en estado crítico.
El epicentro de este inusual sismo se localizó cerca de la localidad de Ighil, en Al Hauz, aproximadamente a 43.5 millas al sur de Marrakech.
Este fenómeno sísmico, el más poderoso registrado en el país del norte de África en los últimos 120 años, tomó a la población por sorpresa, haciendo que las personas huyeran de sus hogares y sumiendo a las ciudades en el caos.
Las consecuencias de este terremoto son desgarradoras, con comunidades enteras sepultadas bajo escombros y muros de piedra que no estaban preparados para resistir la violencia del sismo. A lo largo de la noche, los equipos de rescate trabajan incansablemente para encontrar sobrevivientes entre los escombros polvorientos.
El rey Mohammed VI ha movilizado a las fuerzas armadas marroquíes para brindar ayuda humanitaria, desplegando medios aéreos y terrestres, equipos de búsqueda y rescate, así como un hospital quirúrgico de campaña.
A pesar de la generosa oferta de ayuda proveniente de la comunidad internacional, el gobierno marroquí aún no ha formalizado una solicitud de asistencia, un paso necesario para que los equipos de rescate extranjeros puedan unirse a las labores de socorro.
La ciudad de Marrakech, famosa por su histórica mezquita de Koutoubia construida en el siglo XII, también sufrió daños, aunque aún se evalúa la magnitud de los mismos.
El minarete de 69 metros de altura, conocido como el “techo de Marrakech”, se encuentra entre las estructuras afectadas. Además, las murallas rojas que rodean la medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, también han resultado dañadas, según informes compartidos en línea por ciudadanos marroquíes.
A pesar de los desafíos que enfrentan los equipos de rescate debido a las vías bloqueadas y llenas de escombros, la solidaridad y el apoyo continúan fluyendo hacia las zonas afectadas.
Los sismos son eventos relativamente inusuales en esta región, y este terremoto ha dejado una profunda marca en Marruecos, un país que ahora lucha por recuperarse de esta tragedia sin precedentes.
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